Ruta en moto por Vizcaya: entre Playas y Acantilados

Ruta en moto por Vizcaya: entre Playas y Acantilados

GUSTAVO CUERVO

Sin una gran extensión territorial, la provincia de Vizcaya sorprende con una concentración de alicientes turísticos que resulta difícil de encontrar en otras latitudes. Enlazados por magníficas carreteras, de costa y montaña, encontraremos paisajes, arte, historia y una gastronomía memorable. Un solo fin de semana resulta poco tiempo para conocer los muchos puntos de interés que vamos a enlazar a lo largo de esta ruta corta de kilometraje, pero plagada de alicientes.

Bilbao es punto de partida y llegada de este viaje. La ciudad más poblada de Euskadi, fundada en el siglo XIII, se desarrolló inicialmente por su intensa actividad portuaria, como exportadora de la lana procedente de Castilla. El puerto y la ría siguieron marcando la evolución de la ciudad, que se industrializó intensamente, llegando a ser la segunda zona de mayor importancia de España tras Barcelona. La ría de Bilbao sufrió los males de esta poderosa industria y hasta finales del siglo XX no tuvo una remodelación que la convirtió en la referencia turística y estética de la ciudad con la creación del Museo Guggenheim. Este impresionante edificio, recubierto de titanio, fue diseñado por el prestigioso arquitecto Frank Gehry y abierto al público en 1997. En su interior se suceden de continuo los actos y exposiciones culturales, siendo la denominada El Arte de la Motocicleta, celebrada entre noviembre de 1999 y abril de 2020, una de las más populares y visitadas en toda su historia. Este museo marcó el renacimiento de la ría, que hoy es uno de los paseos más agradables y significativos de todo el País Vasco. Otros edificios notables de Bilbao son la Casa Consistorial, el Palacio Euskalduna, el Palacio de la Diputación Foral y el Palacio Chávarri, además de dos teatros: Arriaga y Campos Elíseos, ambos de singular arte arquitectónico.

Museo Guggenheim

Partiendo de la ciudad por el margen derecho de la ría del Nervión, BI-637, se pasa de inmediato la población residencial de Getxo, que quiere decir “joven grumete vasco”, con su puente colgante y el puerto deportivo justo en la bocana de la ría de Bilbao. Poco más al norte, una vez superadas las playas de Sopelana y Arrietara, se alcanza Plentzia, donde conviene acercarse hasta el mirador de Astondo para ver el conjunto urbano con su bahía y la playa de Gorliz.

Siguiendo la ruta siempre lo más cerca de la costa posible por BI-3151, vamos a enlazar estrechas carreteras locales desde las que se tienen buenas vistas panorámicas del magnífico litoral vizcaíno, recortado en mil acantilados. Uno de los miradores más destacados es el de Begiratokia, desde el que se divisa una larga panorámica costera. Desde aquí, la carretera busca un poco el interior para pasar por Baquio y alcanzar una de las paradas fundamentales de este tramo, sin duda un reclamo para los que quieren estar y fotografiarse en los puntos más singulares de cada región visitada: San Juan de Gaztelugatxe. Hay que estacionar la moto y caminar durante un rato hasta alcanzar la ermita en un islote unido al litoral, pero si no quieres caminar hay unos cuantos miradores que permiten la foto de conjunto y también un par de lugares con bares y restaurantes donde refrescarte o degustar la siempre excelsa comida vizcaína.

San Juan de Gaztelugatxe

El cabo de Machichaco es la siguiente referencia geográfica de este tramo, el punto más septentrional de Vizcaya. Se puede llegar por carretera asfaltada sin salida hasta el pequeño faro. Siguiendo con la ruta por la costa, encontramos el importante puerto pesquero de Bermeo, que fuera la principal población del Señorío de Vizcaya, teniendo gran relevancia en las Juntas Generales frente a otras villas vizcaínas. De fuerte tradición marinera, su economía se basa, como es lógico, en la pesca y en las conservas. Para conocer la historia y las leyendas de este pueblo marinero ligado al Cantábrico, nada como visitar el museo de la Casa Torre Ercilla, donde, con diferentes colecciones, se aprende y entiende mucho de las faenas del mar, sus embarcaciones y métodos de pesca tradicionales. Para finalizar la visita, junto al parque Lamera, se encuentra una réplica de un barco ballenero, Aita Guria, que con su centro de interpretación explica cómo era la vida de estos atrevidos marineros que también cruzaron repetidas veces el Atlántico hacia las Américas en los siglos XVI y XVII.

El cabo de Machichaco

La ruta en moto continúa perfilando la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, continuación de la ría de Gernika, que recorreremos en su totalidad por ambos márgenes. La naturaleza de la ría ofrece una gran diversidad natural por sus diferentes ecosistemas y es ejemplo de cómo puede convivir la naturaleza con una fuerte presión humana en su entorno.

La Reserva de la Biosfera de Urdaibai

Guernica y Luno —pues de dos poblaciones unidas se trata— tiene el roble de los Fueros, donde se reunían las Juntas que gobernaban las anteiglesias y villas de Vizcaya, convertido en el símbolo de las tradiciones del pueblo vasco. El 26 de abril de 1937, la población fue bombardeada por la llamada Legión Cóndor de la Luftwaffe, la aviación alemana. Este bombardeo sobre población civil dio origen al cuadro de Picasso, que se presentó en la Exposición Universal de París de 1937, se custodió a continuación en Nueva York y regresó a España en 1981, permaneciendo expuesto en el Museo Reina Sofía de Madrid. Es el cuadro de referencia de la historia de España durante el siglo XX. Si además de la moto te gusta caminar, no puedes perderte el bosque pintado de Oma, obra de Agustín Ibarrola (acceso por BI-4244, Santimamiñe), donde los intensos colores que decoran los pinos conforman esquematizadas figuras humanas.

Guernica y Luno

Seguimos en moto por carreteras, por lo general estrechas, de buen firme y curvas continuas. El agarre de las carreteras vascas es bastante bueno y su drenaje excepcional, gracias a la gran experiencia de los constructores de carreteras en esta región donde la lluvia es constante durante gran parte del año. La exuberante vegetación retiene las arenas y las acequias de los arcenes se mantienen, por lo general, limpias de maleza, con lo que no suele haber inundaciones de áridos en las carreteras, salvo en los caminos de acceso directo. El tráfico urbano y los numerosos cruces de todo tipo en las travesías recomiendan atención especial.

Poco más adelante, siguiendo por BI-3234, encontramos el recoleto puerto de Elantxobe tras un pequeño desvío de la ruta principal. Un diminuto pueblo agarrado a la montaña y, para muchos, el mejor ejemplo de tipismo rural marinero de toda la provincia, que tiene su mejor vista de conjunto desde el dique exterior, donde se puede apreciar el puerto con sus barcas en conjunto y todo el caserío retrepado por la montaña.

Puerto de Elantxobe

Perfilando la cornisa cantábrica con curvas y contracurvas continuas, la montaña de un lado y la costa al otro, la ruta sigue el abrupto litoral por la carretera BI-3238 con rumbo este. Se pasa a continuación por Lekeitio y Ondarroa, grandes puertos pesqueros donde, ¡cómo no!, se pueden degustar las muchas y exquisitas especialidades culinarias que ofrece una tierra donde la gastronomía constituye una parte fundamental de la vida y la cultura vasca.

Para regresar a Bilbao, el viaje por el interior es muy bello por cualquiera de las rutas que elijas, pero nuestra recomendación pasa por continuar por la BI-633, pasando por Marquina, y después por la BI-2224 para alcanzar el Balcón de Vizcaya de Arbácegui y, a continuación, por Amorebieta y la N-634 o la rápida autopista de peaje AP-8.

El Balcón de Vizcaya

En este denso recorrido circular de apenas 200 km, necesitarás no menos de cuatro horas, sin paradas, para completarlo. Si lo que quieres es hacer turismo tranquilo, necesitarás al menos una jornada de sol a sol. Aquí se suceden de continuo los lugares donde recrearse y regalarse el espíritu con la excelsa panorámica natural, el magnífico entretenimiento de sus atractivos urbanos y, no digamos ya, deleitar el paladar con las múltiples opciones que ofrece la gastronomía vizcaína. En cualquier lugar donde pares, te regalarás el espíritu, cuando no también el estómago, con las inolvidables maravillas de esta tierra de pescadores, ganaderos e industriales.