La Ribera Sagrada

Vistas del Río Sil en moto

La Ribera Sagrada

GUSTAVO CUERVO

Galicia se asocia inmediatamente a costas abruptas e idílicas rías, pero en el interior de la Comunidad Autónoma gallega hay una inmensidad de parajes con encanto, entre profundos valles, altos miradores y tupidos bosques que son mucho menos conocidos.

Nuestra ruta viaja rebuscando entre los dos valles de los ríos más importantes de Galicia, el Síl y el Miño, en la provincia de Orense. Aunque estos ríos extienden sus grandiosos parajes también por las provincias de Lugo y Pontevedra.

Los cañones del río Sil, principal afluente del Miño, son uno de los más profundos valles de la península ibérica. Entre los viejos montes de Orense, el río labra su camino. Es la Ribera Sacra, cuajada de monasterios asomados al abismo. Tapizada de bosques espesos de castaños, umbrías de helechos, praderías y olor a frescor veraniego en Galicia. Tierra de monjes, meigas y duendes. Es una ruta exigente por la variedad del sube-baja y amplio catálogo de curvas y pisos.

Las carreteras locales de Orense tienen suelo irregular con eventuales tramos de grava y áridos, pero también magníficos tramos recién asfaltados y planos como una mesa de billar. Lo que no falta en ninguno son muchas curvas y de todo radio. Lo ideal es dejarte seducir y buscar cualquiera de las bajadas sin salida que hay hacia el río en su margen meridional, partiendo de la carretera principal.

 

Ribera Sacra en moto

 

Empezamos este precioso viaje saliendo de Orense por la N 120 remontando las aguas del Río Miño por su margen izquierdo que tiene más tráfico que la antigua carretera más sinuosa y paralela, denominada 120ª, y a continuación marcada como C 546. Esta es una ruta mucho más mototurística, lenta, estrecha en ocasiones y con mucho menos tráfico. El Miño discurre ancho y caudaloso tras recibir las aguas de su principal afluente el Río Sil por cuyo cauce seguiremos nuestra ruta. En O Coitelo, justo antes de cruzar el puente donde se unen las aguas de los dos ríos, nos dirigimos a la derecha, hacia oriente, para seguir el margen izquierdo del Sil. Comienza el espectáculo natural del cañón del Sil. Atrapada entre el río y la montaña, la carretera avanza cruzando continuamente arroyos bajo un bosque denso de robles y castaños, con helechos y musgos tapizando las tierras en su base. La cascada de San Esteban es una de las primeras referencias naturales y poco mas adelante el puente donde se une con el Río Cabe, uno de los pocos pasos que hay para cruzar de rivera y enlazar con la LU-P-4103.

Siguiendo por el margen izquierdo sin cruzar el Sil, el mirador de la presa de San Esteban es uno de los muchos que encontraremos a partir de este punto. Pero si lo que deseas es admirar la majestuosidad de este río gallego desde abajo, lo mejor es tomar uno de los barcos turísticos que se pueden coger en el embarcadero, unos pocos kilómetros más adelante. Acceso por carretera empinada con un puñado de horquillas.

 

Vistas del Río Sil en moto

 

Siguiendo hacia levante, la cantidad de curvas se multiplican y también los miradores. Cualquier estación del año es buena para hacer esta ruta. El verano es algo caluroso, pero mucho menos que en otras regiones gallegas debido a la frondosidad del paisaje y la proximidad del agua. La primavera es radiante, aunque bastante lluviosa, y el invierno más fresco pero dulce, sin heladas en el interior de este abrigado valle. Otoño, con sus colores pintando los bosques de múltiples tonalidades, es realmente inolvidable.

En la ruta encontramos un pequeño desvío que sube hasta el Monasterio de San Esteban de Rivas de Sil, uno de los mas grandes y mejor conservados de toda esta comarca, donde se fundaron muchos monasterios a ambos lados del río durante todo el medievo. La cantidad de estos cenobios son los que han dado nombre a esta ruta Ribeira Sacra  (Ribera sagrada).

Los miradores se suceden de continuo y elegir uno sobre otro es difícil, lo ideal conocerlos todos. Uno de los más afamados es el llamado Mirador de Madrid. En Parada de Sil, donde puedes y deberías repostar, pues no son muchos los surtidores que hay en toda la ruta, hay que seguir por OU -0605. Presta atención para no pasarte el desvío a mano izquierda que te lleva hasta el castaño milenario de Entrambosríos (carretera básica y camino).

A partir de la Igrexa de San Martiño de Sacerbois, notarás que la densa arboleda se abre en tramos para dejar espacio a los campos plantados de vides.  Las pequeñas bodegas se multiplican para reposar los caldos de esta región vitivinícola tan singular. Los viñedos aterrazados en lo que se denomina, no sin razón, viticultura heroica, por el esfuerzo necesario para sacar la uva de estas empinadas tierras que jalonan muchos de sus taludes. El microclima del fondo y las laderas del Sil, como también sucede aún con más notoriedad en la comarca gallega Valdeorras, propician el crecimiento de las viñas en parajes tan septentrionales. Es este uno de los ejemplos más bellos y sincrónicos del aprovechamiento de la naturaleza por el hombre. Escaleras cuajadas de vides prosperan en estas pendientes en escalones de gigante trepando por los abismos.

 

Parada de Sil en moto

 

Justo en el cruce del Río Mao, los amantes de la naturaleza tienen un escondido y excelente rincón lleno de alicientes. La pasarela de madera que recorre parte del curso y la playa fluvial en la desembocadura del Mao en el Sil son las dos más destacadas.  Siguen los miradores, siguen las curvas que aún se aprietan más en la zona de Cristosende y el mirador de la Galeana.  Poco más adelante, Pedra do Sol es un cruce de caminos donde encontrarás un platillo volante y deberás elegir tu siguiente destino. Vuelve hacia Ourense por OU 536, pasando por Valilongo, o continúa por Castro Caldelas y Ribas de Sil rebuscando por el entramado de carreteritas locales que proliferan en esta esquina donde el río cambia su dirección este Oeste por norte Sur.

Es esta una ruta que atrapa y a la que deberás dedicar tiempo pues es muy recomendable viajar sin prisa para apreciar las muy diferentes imágenes que el cañón del Sil ofrece desde arriba y desde abajo y así poder disfrutar con calma de los muchos alicientes de uno de los rincones más singulares y menos conocidos de Galicia.