22 Ene Ruta en moto por Alicante: Castillos y Salinas
GUSTAVO CUERVO
El centro y sur de la provincia de Alicante no presenta sierras especialmente elevadas, por las que discurren carreteras plagadas de curvas, pero a cambio ofrece múltiples atractivos si enlazamos una ruta que conecte algunos de sus lugares más representativos. El turismo en moto se recrea en esta ocasión en castillos y parajes sorprendentes, sin necesidad de demasiadas curvas.
La ruta comienza en Alicante, capital de la Costa Blanca. La mejor vista del conjunto urbano se obtiene desde el Castillo de Santa Bárbara, desde donde se puede ver la mayor parte de una ciudad que los griegos llamaban Akra Leuka, «ciudadela blanca», y los romanos Lucentum, «ciudad luz», lo que refleja claramente la luminosidad de una ciudad que hoy es la segunda en población de la Comunidad Valenciana. En la visita turística no debe faltar el Ayuntamiento, El Raval Roig (barrio de pescadores) y la Iglesia de Santa María entre los monumentos. El Museo de las Hogueras de San Juan y el singular paseo marítimo, con pavimento ondulado y rodeado de palmeras, frente al importante puerto deportivo, son muy agradables para pasear, con buenos bares y restaurantes. Si lo que buscas es playa, la urbana de El Postiguet siempre tiene buen ambiente.
Saliendo de ruta por la CV 800 en busca del interior, en dirección a Jijona, hay una parada muy recomendable antes de llegar: el Museo del Turrón. La primera mención acreditada de esta especialidad gastronómica data de 1852, aunque en el mismo texto se cita su mayor antigüedad, pues dice: «De tiempo inmemorial, en cada año, se acostumbra, para fiestas de Navidad, pagar (..) sus salarios, parte en dineros y parte en un presente que se les da, de una arroba de turrones».
Actualmente, la variedad de sabores y componentes del turrón lo hace imprescindible en todas las mesas navideñas españolas y otras muchas en varios países de Hispanoamérica.
La ruta continúa hacia La Sarga, donde comienza el afamado puerto de la Carrasqueta, un tramo muy utilizado por los aficionados alicantinos durante los fines de semana. Ofrece cuatro curvas de horquilla al principio y un largo tramo de suaves enlazadas en ligera pendiente hasta el paso del puerto.
La siguiente referencia es Ibi, ciudad famosa por sus fábricas de juguetes, muchas de las cuales han sido reconvertidas en la producción de plásticos. A continuación, un desvío por la CV 80 nos llevará a enlazar muchos de los castillos alicantinos, lo que demuestra la importancia fronteriza de esta región durante la Reconquista. Recientemente reconstruido para uso turístico, el castillo de Castalla, ubicado sobre una loma dominando la comarca, explica claramente la elección de esta colina desde tiempos inmemoriales. Fueron los musulmanes los primeros en edificar la fortaleza sobre asentamientos anteriores. Esta larga historia de batallas y cambios de nobles propietarios es la tónica general de todos los castillos que se suceden a lo largo de nuestra ruta.
Muy cerca encontramos el castillo de Biar, que, junto con los de Villena y Sax, forma parte de la ruta de los castillos del Vinalopó. El valle del río Vinalopó fue una zona fronteriza durante siglos entre musulmanes y cristianos, y también entre los reinos de Castilla y Aragón, lo que pobló la región de castillos en muchas de sus lomas dominantes. Si buscas más curvas, una bonita alternativa entre Castalla y Elda es la CV 817, que atraviesa el paisaje protegido de la Sierra del Maigmó y Sierra del Sit, pasando por Xorret de Catí.
El castillo de Villena, o de la Atalaya, sobre el monte de San Cristóbal, domina toda la ciudad y marcaba la línea fronteriza entre los reinos de Castilla y Aragón. Declarado Monumento Histórico-Artístico y bien restaurado, fue una plaza fuerte musulmana que Jaime I, apodado «el Conquistador», tuvo que asediar tres veces antes de su toma definitiva en 1240.
Sax, Elda y Novelda se enlazan en tan solo 38 kilómetros por la autovía E 903 y la N 325. Las paradas y visitas de sus respectivos castillos son altamente recomendables. En cualquier visita turística a pie, los motoristas debemos llevar una carga extra: el equipamiento de la moto. Casco y chaqueta son los principales. Lo ideal es dejar el casco atado a la moto; algunas motos poseen un gancho específico para sujetarlo por la hebilla de cierre, pero no son prácticos con las maletas laterales. Llevar un top case es siempre muy recomendable para cualquier viaje turístico en moto, ya que permite llevar al menos la ropa de agua e incluso meter los dos cascos, el del piloto y el del pasajero. Introducir los guantes dentro del casco, bien doblados, ahorra espacio, pero nunca lo hagas cuando estén húmedos, ya que mojarán el interior del casco, que será mucho más difícil de secar que los propios guantes. Una cadena de cable de acero también ocupa poco espacio y permite candar los cascos integrales.
La chaqueta ocupa mucho espacio, y los días de calor se hace muy incómoda mientras caminas. Coser unos tirantes elásticos en el interior permite llevarla como una mochila y tener las dos manos libres. El calzado, las botas de moto, deben ser, como mínimo, de media caña por seguridad, pero también cómodas para caminar. No hay mayor sufrimiento que subir y bajar escaleras con unas botas muy altas de tipo enduro. Aunque son ideales para montar en campo, son un martirio para caminar.
Elche es la tercera ciudad en población de la Comunidad Valenciana. Si prefieres evitar las vías rápidas, toma en Villena la CV 813 y luego la C 71 hacia Sax, y posteriormente la CV 813, rodeando la laguna de Salinas y pasando por Buitrera, La Romana, Hondón de las Nieves y Crevillente. Son paisajes agrícolas donde se alternan plantaciones de vides con campos cerealistas y frutales.
En Elche se encontró en 1897 la talla denominada la Dama de Elche, una escultura tallada en piedra caliza, datada entre los siglos V y IV a.C., y considerada la mejor obra del arte ibérico anterior a la dominación romana de Hispania. El Palmeral de Elche, único en Europa de estas características y dimensiones, y el precioso Huerto del Cura, un jardín de palmeras, granados, higueras, naranjos y limoneros, con una réplica de la Dama de Elche, son de visita obligada.
Siguiendo la ruta, enfilamos hacia la costa por la AP-7, y en la salida 745, tomamos un desvío por la CV 905 hacia Torrevieja, una población de referencia vacacional por sus playas. En Torrevieja, hay que acercarse a conocer sus salinas, las más grandes de Europa, que se pueden visitar en un tren turístico. Las montañas de blanca sal y el color púrpura de las aguas, que cambia de tonalidad según la incidencia del sol, componen singulares estampas en las que es imposible resistirse a la tentación fotográfica.
Para finalizar, enfilando el norte por la N 322, se atraviesan las salinas y charcas de Santa Pola, un paisaje completamente plano que contrasta con las montañas del interior de Alicante.
La gastronomía alicantina incluye el arroz al horno o el arroz con costra, que representa uno de sus platos más emblemáticos, y en la costa, la caldereta de pescado. Mientras que para los postres, los helados y los turrones, naturalmente, se pueden degustar unidos en un postre frío exquisito.